Había invadido voluntariamente el mundo que comienza en el sepulcro, para ahogar en su seno, como en un mar de olvido, mi lastimado espíritu. Allí detenía el tiempo su reloj y sucumbía la forma en el color funeral. Surgía del oculto abismo la oscuridad, con el sigilo de una tarea tarda y sin rumor, y me arrastraba y tenía a su merced como una voluptuosa deidad. Cautivo de su hechizo letal, erré gran espacio a la ventura, obstinado en la peregrinación extraña y lúgubre. Pero al sentir tras de mí el clamor de la vida, como el de una novia abandonada y amante, volví sobre mis pasos.
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de José Antonio Ramos Sucre
Cantos de vacías tinieblas
Página 26 y 27
Colección Caminos del Sur
Serie El Gallo Pelón
Ilistrado por Daniel David Duque Gil
Selección Marjori Lacenere Sánchez
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