Él se quedó ensimismado, recordó
tantas cosas en aquel momento, recordó cosas de su infancia, de su juventud
rebelde, de amigos y novias, de familiares vivos y muertos. Su cara era un
poema, era una oda al recuerdo. Recordó triunfos y fracasos, recordó quien era,
de donde venia y hacia donde iba. Después de todo lo que tenía, volvía a
encontrar sentido a su vida. Ahora sentía que una paz interna recorría todo su
cuerpo, cayó de rodilla y comenzó a sollozar, su alegría era inmensa pues ahora
sabía a quien buscaba y por qué. Sabía a donde ir comprendiendo que existe
alguna razón. Levanto una vez más la cara al cielo y respiró el aire puro del
bosque, se sentía el aroma de la tierra, vió con detenimiento desde las
criaturas mas diminutas hasta los grandes árboles por encima de él….y
comprendió la vida.
Se levantó con entusiasmo y mirando
al frente, vio que aquella brillante luz se estaba haciendo traslucida ¿Qué te está
pasando? —Preguntó-- ¿te perderé de nuevo?
--No,--respondió la luz ya mas
traslucida—ni tu ni nadie me ha perdido jamás, solo que a veces me hacen a un lado
por temor a seguir creyendo. Solo se hacen daño porque la realidad es y siempre
será una, aunque sea vista de diferente manera, y el destino es laborable y
duradero siempre y cuanto me tengas presente.
--Te aseguro que eso haré siempre.
--Ahora sí puedes irte…y recuerda que
estaré ahí cuando me necesites.
Se volteó decidido a comenzar a bajar
la montaña lleno de una nueva energía y vitalidad que había sentido en sus
primeros años de lucha y qué esta vez no la dejaría ir. La brisa era fresca y la
luz del sol estaba ya más bajo camino hacia el horizonte. Las hojarascas
volvían a crujir con los dos primeros pasos. Se detuvo de nuevo y en su rostro
se dibujo una sonrisa. La brisa seguía su rumbo y se sentía que giraba entre
los arboles como doncellas traviesas y libres, que se esconden y disfrutan del
juego como nosotros cuando éramos niños. Se volteó y miró la luz, y sin vacilar
le preguntó:
--¿me puedes decir tu nombre?
--Y la luz respondió—ESPERANZA…,--y
continuo desapareciendo hasta que solo se veía el bosque, nuevamente se
escucharon todos los sonidos del lugar, llenando de alegría su corazón. Él
sonrió otra vez y acentuando con la cabeza mientras giraba para empezar a bajar,
se dijo en voz baja “Lo sabía, solo quería escucharte una vez más”.
Y bajando, estaba ahora seguro que volvería a disfrutar la vida, que vivirá
cada segundo con toda intensidad, que gritará a los cuatros vientos que es
feliz deseando compartir su felicidad con el mundo, que llevaría la buena
noticia que todo no está perdido y que nunca lo ha estado, que él al igual que
muchos en estas tierras, son hombres y mujeres llenos de esperanza y que por
ello, esta es una vida pujante de futuro...pues encontró lo que nunca se le había perdido
FIN.
Henry Martínez.-
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