sábado, 30 de abril de 2016

NOCTALGIA (Parte III)

Al darme cuenta que la ventana estaba cerrada, intenté precipitar mis pensamiento en saber de dónde provenía esa corriente de aire, que aunque era suave debe estar colándose por algún espacio de las paredes de madera, mi preocupación ahora se centraba en que si la estructura de la casa estaba cediendo por alguna razón y había hecho grietas cerca de los marcos de la ventana que tenía frente al escritorio.
Empujé hacia atrás la silla donde estaba sentado para acercarme a la ventana a verificar si tenía grietas, acerqué mi rostro al marco y pasé de arriba abajo mí mejilla y no sentí ni una pizca de viento. Me alejé dando pasos cortos y lentos  sin dejar de observar todo el marco de la ventana. Posé la mano sobre la mesa tanteando para encontrar el lapicero sin quitar la vista de la ventana, mis pensamiento estaban tratando de razonar en un entorno que ahora de tanto pensar se me hacía extraño, no quería pensar de momento en mi locura pues aun mis dedos seguían buscando el lapicero que se seguro ya lo había tropezado varias veces sin darme cuenta.
Intenté sentarme de nuevo pero tampoco alcanzaba la silla, di unos traspiés que casi me caigo pero logré sobre ponerme e intenté mantenerme en calma. Una noción de neblina se coloca ante mis ojos y el temor logra tomarme por asalto. Respiro lo más profundo que puedo y cierro los ojos para intentar entender que está pasando. Intento calmarme una vez más, pero el revolotear de mis pensamientos me confunde en lo que me debo y quiero hacer. Pienso en salir de esta habitación y mis piernas no obedecen a mis instintos para escapar de este espacio. 
Trato de recordar mi pasado y lo que he hecho hasta el presente por el temor de olvidar quien soy, y lo que consigo es un ir y venir de cosas que a veces no reconozco pero que si están en mi pensamiento, o mente o que se yo lo que eso sea donde esté deben significar algo para mí  y mi existencia en lo vivido.
Luego que todo me dio vueltas a mi alrededor como un torbellino, la habitación entró en calma, creí por un momento que todo estaría desordenado pero solo atiné a ver el reloj de incandescencia roja que me indicaba que faltaban  cinco para las cuatro de la mañana…ya el sol está próximo a salir y yo todavía sin escribir ni dormir…

  
Continua...

Henry Martínez.-

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