viernes, 15 de julio de 2016

EN LA BÚSQUEDA (Parte casi Final)

Desaparece la ciudad ante una nube de espesa niebla. Abajo aunque no puedo verla, la ciudad se siente en calma como si uno estuviese en el cielo y fingiera ser el Dios del Olimpo. De nuevo una suave brisa helada hace correr con armonía a la neblina que pasea en mi balcón y  logro ver otra vez la ciudad, logro ver esta calle clarioscura que me infunde tanto miedo.

Comienzo a buscar entre las luces caídas a los pies de los postes y observo que los tacones de los zapatos rojos de la mujer de caminar revelador están juntos a la extraña figura. Pensé que seguro estaba en peligro, que la atracaban en ese momento y por eso estaba detenida junto a él, que podría matarla y nadie lo detendría. La mujer echa unos pasos hacia atrás y regresa a él como si la hubiese halado por los brazos. Pero ella no emite ningún ruido, ¿por qué no grita? Alguien puede ir en su auxilio. Yo tendría un motivo para bajar en su auxilio aunque el miedo me pida que me quede.  

La poca luz no deja ver más que sus zapatos, mi desespero aumenta al pensar que se cometerá un crimen antes mis ojos ¡Dios porqué me habré asomado a este balcón en la noche de hoy! Si sé que mis temores me abrigarían en un clima como este.

Mientras pensaba todo eso estaba abriendo la puerta de mi apartamento, no sé qué momento llegué allí. Un impulso me guiaba por las escaleras hacia abajo, ni tiempo a pensar que podía tomar el ascensor para llegar a planta baja. Mis pies casi rozaban las esquinas de los escalones que tenían un orillo de aluminio plateado. Mis dedos pasaban firme pero suavemente entre los barrotes del pasamano, un intento de sujetarme para frenar mi andar me quisquillaba en la mano pero seguía bajando sin detener el ritmo.


Mi corazón latía con más fuerza, me quería sentir un superhéroe para darme ánimo pero faltando poco para salir a la recepción ya no me sentía tan héroe y menos súper. Pasé por la puerta de emergencia con ímpetu de valentía y camino a pasos agigantados hacía la puerta principal. Un vistazo de reojo me indica que el joven de la recepción ni se inmuta al verme pasar, ya debe de estar acostumbrado a ver pasar a gente con tanta prisa.

Continúa...

Henry Martínez.-

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