Luego de revisar la nevera y un par de ollas en la cocina, me senté a comer algunas cosas que logré recolectar entre arroz, pan, pollo y salsas... solo para calmar el hambre que me sacó de la cama. media hora después, me estaba cepillando los dientes para ir de nuevo a recostarme e intentar dormir esta vez sin pesadilla ya que tenía que levantarme como a las seis y algo de la mañana para trabajar.
El despertador sonó con un ruido que me pareció espantoso, pues recordé la pesadilla que había tenido. Me levanto un poco exaltado, pero reacciono con calma al mirar la luz del sol iluminar la habitación. Me incorporo con premura para realizar mi jornada diaria antes de salir de la casa para trabajar a media hora de donde vivo. Jornada que se ha convertido en una especie doctrina ligado con un ballet mal practicado, ya que voy dando tumbos por toda la casa mientras intento vestirme, arreglar y desayunar casi todo al mismo tiempo.
Mientras hago todo esto, escucho las noticias de la radio... entre las informaciones política, de sucesos y de espectáculos, también están las que nos dicen de gente pasando hambre.
Salgo ya listo a la calle a tomar el transporte público, donde nos conseguimos todos los que buscamos llegar al trabajo. Entre conocidos y desconocidos vamos en la misma tónica. A los que van conversando, logro escuchar a varios hablar sobre comida, y aunque voy de pie, mirando a la calle por la ventanilla y pensando en mis asuntos no puedo dejar de escuchar las charlas que de vez en cuanto se sube de tono entre el ruido del motor del colectivo.
Henry Martínez.-
Mientras hago todo esto, escucho las noticias de la radio... entre las informaciones política, de sucesos y de espectáculos, también están las que nos dicen de gente pasando hambre.
Salgo ya listo a la calle a tomar el transporte público, donde nos conseguimos todos los que buscamos llegar al trabajo. Entre conocidos y desconocidos vamos en la misma tónica. A los que van conversando, logro escuchar a varios hablar sobre comida, y aunque voy de pie, mirando a la calle por la ventanilla y pensando en mis asuntos no puedo dejar de escuchar las charlas que de vez en cuanto se sube de tono entre el ruido del motor del colectivo.
Henry Martínez.-
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