Al llegar a la oficina, veo que entre una taza de café o un café con leche, unos y otros conversan mientras se hace la hora de comenzar la jornada de trabajo. los murmullos se hacen escuchar mientras continúo mis pasos hacia mi escritorio no sin antes saludar a cada uno de los compañeros de trabajo.
Coloco mis cosas sobre el escritorio y miro el reloj y pienso que todavía falta unos viente minutos para comenzar a trabajar y me propongo a desayunar en ese tiempo. Desenvuelvo mi sándwich y saco el termito con un poco de café con leche y al mismo tiempo me acerco a las tertulias que se conformo con los que desayunamos a esa hora y con los que vienen llegando a la oficina.
La conversación se torna cada vez que se incorpora un compañero de trabajo en una rutina discursiva de los que consiguió cada uno en su faena por tratar de comprar lo que nos dicen que no hay, o de lo que se inventó para cocinar sustituyendo un producto de los que insistentemente nos dicen que debemos tener en la mesa por otro de verdadero sabor natural.
La conversación transcurre entre los turnos para tomar la palabra, aunque siempre hay quien interrumpe o realiza una charla paralela con quien tiene a su derecha o izquierda. Pero la verdad es que todos sin excepción hablan sobre el tema de la comida de una u otra manera... pero mientras yo los escuchaba y terminaba mi almuerzo, noto que no logro satisfacer mi hambre.
Esas voces entronaban en mi cabeza haciendo explosión en mi estomago. Voces que solo parecía que reavivaban mis ansias sobre un hambre psicológica que nos hace ver que no hay nada que comer aun teniendo un banquete al frente, pero que por sugestión de los demás nos dejamos llevar en sus delirios y lo hacemos nuestro. Y así, al llegar la hora de salida al final de la jornada de trabajo salgo pensando que voy a comer al pasar por la puerta de mi casa.
Continuará...
Henry Martínez.-
La conversación transcurre entre los turnos para tomar la palabra, aunque siempre hay quien interrumpe o realiza una charla paralela con quien tiene a su derecha o izquierda. Pero la verdad es que todos sin excepción hablan sobre el tema de la comida de una u otra manera... pero mientras yo los escuchaba y terminaba mi almuerzo, noto que no logro satisfacer mi hambre.
Esas voces entronaban en mi cabeza haciendo explosión en mi estomago. Voces que solo parecía que reavivaban mis ansias sobre un hambre psicológica que nos hace ver que no hay nada que comer aun teniendo un banquete al frente, pero que por sugestión de los demás nos dejamos llevar en sus delirios y lo hacemos nuestro. Y así, al llegar la hora de salida al final de la jornada de trabajo salgo pensando que voy a comer al pasar por la puerta de mi casa.
Continuará...
Henry Martínez.-
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