sábado, 27 de agosto de 2016

NADA MAS (Primera Parte)

Queriendo recuperarse de las heridas infringidas, la bella pero triste mujer busca entre sus pensamientos mientras camina casi sin rumbo por la calle de la ciudad que la lleva a su casa. 

Sube las escaleras del edificio de cuatro pisos, construido en los años 50. Vive en el segundo pero se le hace eterno subir, le parecen unas escaleras sin fin. Toma aire en el primer descanso pero su costilla izquierda le duele un poco, lo que le dificulta para respirar bien. Unas imágenes pasan por sus pensamientos pero prefiere no fijarlos mucho. Su visión no es muy clara pues su ojo un poco hinchado no la deja ver bien cada escalón. Suspira para tener calma entre sus pasos y sus pensamientos, no quiere mas tormentos que terminar de llegar a la puerta de su casa.

Aun piensa en lo que le ha pasado y su interrogante mas grande es saber como pudo llegar a eso, la vida le ha sido dura en todos los sentidos y no le ha dejado tregua en ningún momento. Pasa las escaleras del primer piso recostándose de la pared para no retroceder en su empeño de llegar a su apartamento, aun sigue recordando algunas cosas que  no sabe si olvidarlas o mantenerlas en su mente para no tener que repetirlas en la vida real, tenerlas como de lección de vida y así no caer de nuevo en los mismos errores que le persiguen como un karma imposible de pagar con la penitencia mas ruda que se pueda ofrecer.

Por fin entra a su apartamento después de subir tan solo aproximadamente unos veinte y tantos escalones pero para ella fueron multiplicados por mil. Al encender la luz de la sala lo primero que visualiza es ese cómodo sillón frente al ventanal del balcón, se sienta con desplome y suspira con gran profundidad para luego respirar con mas calma. Ve como la armonía del sol baja al mismo ritmo en que comienza a caer la noche y con esa misma armonía sus ojos también comienzan a cerrarse. 

Y un sueño profundo tomó su alma y su mente, su cuerpo y su espíritu, tomó su ser y su esencia y la llevó a los brazos de Morfeo.

La luz del alba entra por la ventana de la habitación, ilumina cada espacio que va tocando hasta llegar al pie de la cama vacía. Una habitación que una vez estuvo ordenada ahora es un espacio donde reina las ganas de hacer poco. ya el amor ve desde lejos los rincones que una vez fueron para albergar sueños de grandezas.

La puerta de la habitación se abre y un rostro somnoliento echa un vistazo como buscando algo y al mismo tiempo no busca nada, solo observa de un lado a otro y estrujándose los ojos para terminar de despertarse da un paso para entrar pero se devuelve y cierra la puerta, no sin antes volver a echar otro vistazo y bostezar como un símbolo de que nada interesa... 

Continúa...

Henry Martínez.-

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