Luego de una jornada de trabajo, y sin dejar de sentir esa hambre que ha acompañado en los últimos meses, voy camino a mi apartamento pensando que podría ingeniarme para comer algo antes de la cena. Pensando también en meterme dentro de las paredes del baño para intentar de dejar mi subconsciente, dejar de escuchar esas voces que atormentan mi estomago.
Al bajar del autobús apretujado de voces altas y baja, de voces detrás y delante de mí, camino apresurado a alcanzar la puerta de entrada al edificio intentando dejando atrás las voces que me persiguen desde hace unos meses en cada mañana que me levanto.
Subiendo las escalinatas miro hacia atrás y no veo a nadie subir pero escucho voces, ya no puedo distinguir entre lo que es una voz real y la de mi cabeza. Intento no ponerle mucha atención para seguir adelante, pero lo claro e irresistible de esas voces me ponen atento. Entro al apartamento y enciendo la tele, y las noticias son sobre el hambre de la gente en mi país pero no dicen nada sobre el hambre del mundo que es mayor, y pasan imágenes de algún sector como refiriéndose a lo mismo en cada rincón. Pero lo que más me intriga es que el proceso del hambre es en mi mismo un producto de escuchar esa palabra a cada instante y aunque teniendo comida disponible en mi nevera y en mi alacena pienso en eso como un problema que nos afecta a cada uno por igual.
Al punto descubierto, tengo que darle una solución para poder salir de ésta antes que me produzca un enfermedad y llegar a padecer de gula...
Continuará...
Henry Martínez.-
Al bajar del autobús apretujado de voces altas y baja, de voces detrás y delante de mí, camino apresurado a alcanzar la puerta de entrada al edificio intentando dejando atrás las voces que me persiguen desde hace unos meses en cada mañana que me levanto.
Subiendo las escalinatas miro hacia atrás y no veo a nadie subir pero escucho voces, ya no puedo distinguir entre lo que es una voz real y la de mi cabeza. Intento no ponerle mucha atención para seguir adelante, pero lo claro e irresistible de esas voces me ponen atento. Entro al apartamento y enciendo la tele, y las noticias son sobre el hambre de la gente en mi país pero no dicen nada sobre el hambre del mundo que es mayor, y pasan imágenes de algún sector como refiriéndose a lo mismo en cada rincón. Pero lo que más me intriga es que el proceso del hambre es en mi mismo un producto de escuchar esa palabra a cada instante y aunque teniendo comida disponible en mi nevera y en mi alacena pienso en eso como un problema que nos afecta a cada uno por igual.
Al punto descubierto, tengo que darle una solución para poder salir de ésta antes que me produzca un enfermedad y llegar a padecer de gula...
Continuará...
Henry Martínez.-
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