La verdad cierne a mí como un rayo en las tormentas de invierno, como los rayos del Monte Olimpo o como las del Catatumbo. Debo dejar de preocuparme, debo dejar de escuchar y pensar en situaciones que aunque me debe de concernir no debe ser tema de angustias. Las angustias y preocupaciones me llevan a la ansiedad que se refleja en mi estómago y hace parecer como si necesitara comer a pesar de que haya comido pocos momentos antes.
Pensar en esto me ha calmado, ya no siento estos alti-bajos en la boca del estómago y mi mente y mis pensamientos han tomado otro rumbo dentro de mi existencia. Comer es una necesidad pero el hambre es un estado de conciencia que se puede dominar , o en caso contrario el hambre dominará el cuerpo y la mente. Entiendo ahora como he sido dominado, o no se decir si hipnotizado por provocadores de oficio.
La vida vuelve a mis pasos en la toma de decisiones para forjar mi destino y ahora más que nunca estoy en la capacidad de oír sólo lo que me fortalece sin menos preciar a los menos afortunado que yo. Mi espíritu se enaltece al ver como he podido resolver mi problema que iba camino a convertir en una enfermedad, y que posterior a eso desembocaría en gastos que afectaría más mi salud al ver de cómo mis recursos diezman y de cómo mis familiares y amigos también sucumben tras de mí por tantas preocupaciones innecesarias.
El mar retrocede siempre a sus lineas después de intentar destronas a las orillas que le rodean. Así mismo estoy haciendo retroceder desde mi sitio todo lo que hasta este momento me ha estado afectando.
Fin...
Henry Matínez.-
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