Al encontrarse al pie de la montaña,
y al estar frente a frente a ese reto
pensó: ¿realmente esto es lo que quiero? Dudó un segundo y sin darse una respuesta comenzó el camino. El aire era
distinto, se respiraba distinto, era un poco más puro, muy diferente al de la
ciudad, se podía sentir la tranquilidad del bosque, la luz se hacía poca a
medidas que avanzaba, el camino cada vez mas empinado se le hacía difícil, y
aun así no detenía su marcha ni aminoraba su paso. Trataba de respirar
profundamente para que su corazón no se agitara y no tener que detenerse, no
quería perder tiempo, quería llegar hasta donde le fuera posible, hasta donde
la vista le asegurara que estaba en el lugar que el miraba insistentemente
desde abajo.
Falta poco…se decía cada vez para no
apagar sus ganas de seguir subiendo, casi ya era medio día, el sol seguía sus
pasos hacia lo más alto del cielo, él no lo notaba pues mantiene su paso
apresurado hasta lo más elevado de montaña. El camino ya no se divisaba con
claridad, no ha mirado hacia atrás pero el camino dejado se hace cada vez más
pequeño y aun así sigue subiendo casi perdiendo el norte pero seguro de saber a
dónde va, y siguiendo su rumbo, no detiene su marcha ni un solo instante. Solo
se escucha el canto de algunas aves. Un sonido llama su atención, es un sonido
ligero y fugaz, mira a su izquierda pero sin detener la marcha y cree haber
visto algo así como una lagartija que se paralizó al andar de sus pasos firmes
para luego perderse muy velozmente de su vista entre los matorrales.
Continua subiendo, aun no sabe cuánto
le falta pero está seguro que pronto llegará. El camino ha desaparecido y no se
ha dado cuenta pues su mente está en ese encuentro esperado. Ya comienza a
caminar con un poco de dificultad porque no hay sendero alguno, se enreda entre
unos ramales, pero insiste en seguir, nada detendrá su avance. Hala con fuerza
su pierna derecha atrapada con unas raíces secas tiradas en el suelo como para
no dejar pasar a ningún intruso que intente violentar su virginal paisaje.
Quita de su rostro algunas hojas que rasgan la superficie de su cara como
hojillas, sintiendo que le arde la piel con el paso del sudor mientras se impulsa ayudado con unas lianas
que desciende de algunos árboles, mas sin embargo se le hace complicado el
ascenso.
Se tropieza con un árbol al que
intenta recostarse por un instante para descansar pero sus piernas no le permiten
parar, pereciera que le guía su corazón más que la razón. El cansancio se asoma
más y más en su mirada, sigue su rumbo con sumo esfuerzo pues sigue enredado
con ramas que cada vez mas pareciera que se hacen irrompibles. Se siente
desmayar, posa su mano en un tronco para impulsarse hacia adelante y así
continuar subiendo.
Henry Martínez.-
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