La cocina está solo a unos
pasos al salir del baño, camina y al entrar apoya una de sus manos en el
mostrador suavemente, mira alrededor para ver que puede cocinar sin que se le
estime mucho tiempo… ni mucho esfuerzo. Procura ideal una comida sana y rápida
pero sobre todo que le alivié las penas de la vida.
Su agotado sentido la invita
a tomarse un té de lo que sea, le gustaría tener una compañía a su lado para
compartirlo y conversar amenamente pero a estas alturas la soledad le conviene
más para mirarla frente a frente sin temor.
El en primer sorbo de té, aun algo
caliente le sabe a gloria, siente como el líquido llega a su estómago y
calma de a poco sus ansias convertidas en estrés. Posa con calma la tasa en el
mostrador para pensar cómo será su vida de ahora en adelante y a qué, aparte de
a ella misma, deberá enfrentarse para salir del abismo en que fue llevada su
existencia con la aprobación pasiva de su crianza, la aceptación inclinada hacia
el amor y la conformidad producida por
el miedo infundido.
Aún sigue sin comer, con el
segundo sorbo de té consigue calmar más el nerviosismo involuntario pero no así
la solución a sus problemas que no sabe si terminaron o acaban de empezar.
Deja la taza a un lado
parcialmente lleno, y coloca los pies descalzo en el piso frío, intenta no
llorar pues decidió ser fuerte ante la adversidad. Camina hacia la ventana para
que la luz del sol la llene de energías. Ya frente al ventanal, siente el calor
traspasar el vidrio que evita que entre el ruido y recuerda que ese mismo
vidrio… también evita que salga. Reposa su mejilla izquierda sobre sobre el
vidrio de la ventana y siente como se le engatilla el estómago, suspira profundamente para dejar salir el
llanto el silencio, sin lágrimas, sin dolor.
Intenta despejar el panorama
mental, alza el rostro al mismo tiempo que cierra los ojos y la luz del sol le
llena de claridad su tez facial, siente una paz interna que la revitaliza. Ya
no quiere recordar más, definitivamente no recordará más, pero eso para ella no
debe significar olvidar.
Continuará...
Henry Martínez.-
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